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Mobilising the working class of the ruling countries against imperialism

Union Proletariat

Article announced in Madrid Colloquium on June 8-9

Spanish / English

Spanish

Movilizar contra el imperialismo a la clase obrera de los países dominantes

En el presente, la mayoría de los que rechazan el imperialismo no lo hacen desde posicionesproletarias o socialistas. En rigor, lo que cuestionan es el comportamiento abusivo dedeterminadas potencias, según la definición del diccionario1. Esta limitada comprensión es laque permite a los verdaderos imperialistas confundir, dividir y debilitar a los pueblos, sobretodo en los países dominantes. Por ejemplo, mucha gente solidaria con Palestina no apoya laacci ón militar de Rusia contra el régimen títere de Kíev o la lucha de China y de Corea por sureunificaci ón porque piensa que estos países también son imperialistas. No comprenden elimperialismo a través del conjunto de sus manifestaciones geográficas e históricas y, porconsiguiente, en su raíz de clase.

Clarificar esta cuestión es imprescindible para desarrollar una fuerza que venza a losimperialistas y que acabe para siempre con el imperialismo.

La esencia del imperialismo contemporáneo

Fen ómenos como la invasión, la dominación, la opresión y la explotación de un país por otrohan existido a lo largo de toda la historia. Pero sus causas y consecuencias fueron muydiferentes de un momento a otro porque también lo era su esencia: antes del capitalismo, seambicionaba la propiedad territorial que es forma primaria de la propiedad privada.

Ya en la época de florecimiento del capitalismo, el país más adelantado, Inglaterra, eraimperialista por cuanto explotaba a sus colonias y a los trabajadores de éstas. Por tanto, lo eraexteriormente, pero no en el interior, donde reinaba la libertad y la igualdad basadas en lapropiedad privada plenamente realizada. Tenía incluso algunos monopolios engendrados porel régimen mercantil, pero éstos no dominaban el mercado en su conjunto.

El imperialismo contemporáneo nacido en la confluencia de los siglos XIX y XX es el resultadonecesario del desarrollo del régimen de producción capitalista que convierte la librecompetencia mercantil en su contrario: es decir, la dominación de todas las ramas económicasque actúan en el mercado nacional por parte de unas pocas empresas monopolistas. De ello,resulta un enorme excedente de capital obligado a buscar rentabilidad en los países donde elcapital, los salarios, el precio de la tierra y el de las materias primas son menores. Ladominaci ón, opresión y explotación de una mayoría de países por unos pocos es laconsecuencia obligada de la dominación de los monopolios burgueses en el interior de lospa íses capitalistas más antiguos y desarrollados. Ésta es la esencia del imperialismo denuestros días.

Por lo tanto, el imperialismo sólo podrá erradicarse del todo mediante la lucha revolucionariadel proletariado por destruir las relaciones de producción capitalistas y construir el socialismo.

La alianza antiimperialista y la clase obrera

Esto no quiere decir que la clase obrera sea la única que necesita combatir al imperialismo. Enel momento presente, además del proletariado dominante en China, Corea, Cuba y otrospa íses socialistas, son las burguesías no compradoras dominantes en Rusia, Irán y otrosEstados las que están en primera línea combatiendo a las potencias imperialistas. Estáncontribuyendo a debilitar y a desestabilizar estos principales pilares del capitalismo y de la1 “Actitud y doctrina de quienes propugnan o practican la extensión del dominio de un país sobre otro uotros por medio de la fuerza militar, económica o política”reacción a escala internacional. El primer deber de los proletarios con conciencia de clase esapoyar y reforzar la lucha que libran estas fuerzas burguesas contra los imperialistas. Sonnuestras aliadas para la principal tarea del momento: tanto desde un punto de vista objetivo,porque su fortalecimiento económico, político y militar mina la fuente parasitaria de poder delas burguesías imperialistas; como desde el punto de vista subjetivo, porque defienden lademocracia con su reclamo de un “mundo multipolar” frente a la sumisión “unipolar” aEstados Unidos y sus aliados.

Para que nuestra alianza con las fuerzas soberanas del mundo se convierta de necesaria enreal, debemos desarrollar una fuerza de oposición al imperialismo en la retaguardia de éste. Ys ólo será una fuerza verdadera si agrupa a una parte de la población, neutraliza a los indecisosy aísla a la minoría imperialista recalcitrante. No basta con reunir a quienes repudian alimperialismo, no por necesidad material propia, sino por solidaridad con otros pueblos. Hayque sumar a los que también son oprimidos por su propia burguesía imperialista: en primerlugar, la mayoría proletaria y, en segundo lugar, la minoría de pequeños propietarios.

Para ello, debemos refutar las ideas que obstaculizan el acercamiento entre el movimientoantiimperialista y la masa obrera que ignora todavía sus intereses de clase. Esas ideasperniciosas no brotan únicamente de la ignorancia, de la torpeza intelectual o de lainexperiencia, sino también de los antagonismos de la sociedad capitalista en la que vivimos.

La mayoría de los individuos con ideas equivocadas no es consciente del carácter de clase de éstas, pero no por ello dejan de corresponder a los intereses de la burguesía o a las ilusiones ycontradicciones de las capas sociales intermedias. La necesaria generosidad pedagógica haciaesos compañeros no debe impedir poner de manifiesto a qué clase sirven las ideas queperjudican la causa antiimperialista.

Esta caracterización de clase de las ideas es necesaria para desarrollar la conciencia de susintereses fundamentales, tanto entre los proletarios como entre sus aliados burgueses ypeque ñoburgueses. Este deslinde y encuadramiento ideológico es indispensable para forjar laalianza de clases que sustenta al movimiento antiimperialista.

En los países dominantes, si no luchamos por la independencia política del proletariado,nuestra contribución al combate internacional contra los imperialistas se limitará a protestasespont áneas incapaces de sacudir su poder.

Esclarecer a la clase obrera por qué está interesada en luchar contra el imperialismo 

¿Cómo acercar a los obreros al movimiento antiimperialista?

En primer lugar, revelando la explotación y la opresión que los imperialistas ejercen sobre lostrabajadores y sobre los pueblos dependientes.

En segundo lugar, refutando la difamación que sufren las fuerzas enfrentadas al imperialismo,sobre todo cuando proviene de supuestos partidarios de la clase obrera, de la revolución y delsocialismo: ya sean los socialdemócratas, los trotskistas, los adeptos de la teoría de la “pirámide imperialista” y demás oportunistas, revisionistas y sectarios.

En tercer lugar, evitando el seguidismo total y ciego hacia las fuerzas burguesas que combatenhoy a los imperialistas, porque favorece una actitud pasiva y expectante en los proletarios, enlugar de ayudarlos a asumir sus intereses como clase. En este sentido,

– Debemos abstenernos de promover la parte reaccionaria de las posiciones ideológicas ypol íticas de nuestros aliados, e incluso debemos criticarla dialécticamente.

– Debemos relativizar la validez de las formas pacíficas y legales y reivindicar el punto de vistarevolucionario para poner en acción a las masas oprimidas.- Debemos apoyar la lucha de clase de los obreros y demás explotados también frente a lasburgues ías nacionales que se enfrentan al imperialismo.

– Debemos explicar la tendencia irresistible de todo desarrollo capitalista al monopolismo y,por tanto, al imperialismo, defendiendo la necesidad del socialismo en todos los países.

En cuarto y último lugar, la condición decisiva para que los obreros se sumen al movimientoantiimperialista es que recuperemos la confianza plena en la mayoría de ellos y que salgamos asu encuentro allí donde estén para atender sus necesidades inmediatas.

La táctica de masas en los países imperialistas

La falta de confianza en los proletarios de los países imperialistas se debe a que,espont áneamente, se muestran poco solidarios con los oprimidos de otros países. Estesentimiento refuerza en el movimiento antiimperialista las posiciones pequeñoburguesascomo:

Primero, cuestionar la identidad de clase común a todos proletarios, su diferencia fundamentalcon las clases y capas sociales intermedias, así como su capacidad para unirlas contra el capitalmonopolista y financiero;

Segundo, negar la necesidad de que la clase obrera dirija la lucha internacional contra elimperialismo, como condición para vencer y erradicar este régimen social;

Y tercero, considerar aristocracia obrera a la mayoría del proletariado de los paísesimperialistas, haciendo caso omiso del criterio de Lenin según el cual no puede calcularse deantemano qué parte del proletariado se pasará al campo imperialista, salvo que será unaminor ía.

En lugar de ir a las masas obreras para liberarlas de la influencia burguesa, las culpan por ladebilidad que nuestra clase arrastra desde que muchos partidos comunistas renegaron de losprincipios revolucionarios del marxismo-leninismo. Sostienen que el revisionismo se impusofatal e inevitablemente debido a circunstancias objetivas como las modificaciones delimperialismo después de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el factor decisivo queinclin ó a su favor el balance de fuerzas en el seno de los partidos comunistas de los paísescapitalistas fue exógeno. Sucedió en los años 50, dentro del baluarte internacional de éstosque era el Partido Comunista de la Unión Soviética. Y no se debió a las nuevas condiciones dela sociedad capitalista, sino al resultado de la lucha de clases en la primera sociedad socialista.

Ahora, la agravación de la crisis estructural del capitalismo, el creciente conflicto entre lasburgues ías nacionales y la resistencia flexible de los países socialistas nos ofrecen mejorescondiciones objetivas. Pero no hay atajos ni soluciones milagrosas: hay que colmarpol íticamente la ausencia de partidos comunistas de masas que ha durado décadas. Nopodemos saltar por encima de este imperativo, por mucho que los acontecimientos se esténprecipitando a una velocidad vertiginosa.

Hay que dirigirse al proletariado industrial y al más oprimido. Hay que difundir agitación paralos más atrasados y propaganda para los más avanzados. Hay que organizar a los másavanzados en el partido con la misión de vincularse sólidamente a los más atrasados. Hay quedeterminar las tareas por el objetivo estratégico y, en cambio, determinar las formas de lucha,de organización y las consignas según lo aceptable en cada momento para las más ampliasmasas: como explicaba Marx, suaviter in modo, fortiter in re o, dicho de otro modo, flexibilidaden la táctica y firmeza en la estrategia.

Cuanto antes, debemos reunir a las organizaciones comunistas para trazar y ejecutarconjuntamente un plan de acción centrado en el combate omnímodo contra el imperialismo. Yapoyarnos en la iniciativa internacional más acertada: la Plataforma Mundial Antiimperialista.

English

Mobilising the working class of the ruling countries against imperialism

At present, most of those who reject imperialism do not do so from proletarian or socialist positions. Strictly speaking, what they are questioning is the abusive behaviour of certain powers, according to the dictionary definition. It is this limited understanding that allows the real imperialists to confuse, divide and weaken the peoples, especially in the dominant countries. For example, many people in solidarity with Palestine do not support Russia’s military action against the puppet regime in Kiev or the struggle of China and Korea for their reunification because they think that these countries are also imperialist. They do not understand imperialism in all its geographical and historical manifestations and therefore in its class roots.

Clarifying this question is essential to develop a force that will defeat the imperialists and put an end to imperialism for good.

The essence of contemporary imperialism Phenomena such as invasion, domination, oppression and exploitation of one country by another have existed throughout history. But their causes and consequences were very different from one time to another because their essence was also different: before capitalism, territorial property, which is the primary form of private property, was coveted.

Already in the epoch of the flowering of capitalism, the most advanced country, England, was imperialist in that it exploited its colonies and their workers. It was therefore outwardly imperialist, but not inwardly imperialist, where freedom and equality based on fully realised private property reigned. It even had some monopolies engendered by the mercantile regime, but these did not dominate the market as a whole.

Contemporary imperialism born at the confluence of the 19th and 20th centuries is the necessary result of the development of the capitalist regime of production which turns free market competition into its opposite: i.e. the domination of all economic branches operating in the national market by a few monopolistic enterprises. This results in an enormous surplus of capital forced to seek profitability in countries where capital, wages, land and raw material prices are lower. The domination, oppression and exploitation of a majority of countries by a

few is the inevitable consequence of the domination of the bourgeois monopolies within the older and more developed capitalist countries. This is the essence of imperialism today.

Therefore, imperialism can only be completely eradicated through the revolutionary struggle of the proletariat to destroy the capitalist relations of production and build socialism.

The anti-imperialist alliance and the working class This is not to say that the working class is the only class that needs to fight imperialism. At the present moment, in addition to the dominant proletariat in China, Korea, Cuba and other

socialist countries, it is the dominant non-comprador bourgeoisies in Russia, Iran and other states that are in the front line fighting the imperialist powers. They are helping to weaken and destabilise these main pillars of capitalism and reaction on an international scale. The first duty of class-conscious proletarians is to support and strengthen the struggle waged by these bourgeois forces against the imperialists. They are our allies for the main task of the moment:both from an objective point of view, because their economic, political and military strengthening undermines the parasitic source of power of the imperialist bourgeoisies;and from the subjective point of view, because they defend democracy with their demand for a ‘multipolar world’ against the ‘unipolar’ submission to the United States and its allies.

For our alliance with the sovereign forces of the world become from necessary to real, we must develop a force of opposition to imperialism in the rear of imperialism. And it will only be a real force if it unites a section of the population, neutralises the undecided and isolates the recalcitrant imperialist minority. It is not enough to bring together those who repudiate imperialism, not out of their own material necessity, but out of solidarity with other peoples.

We must bring together those who are also oppressed by their own imperialist bourgeoisie: firstly, the proletarian majority and, secondly, the minority of small landowners.

To do this, we must refute the ideas that hinder the rapprochement between the anti-imperialist movement and the working masses who are still ignorant of their class interests.

These pernicious ideas stem not only from ignorance, intellectual dullness or inexperience, but also from the antagonisms of the capitalist society in which we live.

The majority of people with misconceptions are not aware of their class character, but this does not mean that they do not correspond to the interests of the bourgeoisie or to the illusions and contradictions of the intermediate social strata. The necessary pedagogical generosity towards these comrades should not prevent us from revealing which class the ideas that harm the anti-imperialist cause serve.

This class characterisation of ideas is necessary to develop consciousness of their fundamental interests, both among the proletarians and among their bourgeois and petty-bourgeois allies.

This ideological demarcation and framing is indispensable to forge the class alliance that sustains the anti-imperialist movement.

In the ruling countries, if we do not fight for the political independence of the proletariat, our contribution to the international struggle against the imperialists will be limited to spontaneous protests incapable of shaking their power.

Clarifying to the working class why it is interested in fighting imperialism How can we bring the workers closer to the anti-imperialist movement?

Firstly, by revealing the exploitation and oppression of the workers and dependent peoples by the imperialists.

Secondly, by refuting the slander suffered by the forces opposed to imperialism, especially when it comes from supposed supporters of the working class, revolution and socialism:whether they are social democrats, trotskyists, adherents of the theory of the ‘imperialist pyramid’ and other opportunists, revisionists and sectarians.

Thirdly, by avoiding total and blind followerism towards the bourgeois forces fighting the imperialists today, because it favours a passive and expectant attitude in the proletarians, instead of helping them to take up their interests as a class. In this sense,

– We must refrain from promoting the reactionary part of the ideological and political positions

of our allies, and we must even criticise it dialectically.

– We must relativise the validity of peaceful and legal forms and claim the revolutionary point of view to bring the oppressed masses into action.

– We must support the class struggle of the workers and other exploited people also against the national bourgeoisies confronting imperialism.

– We must explain the irresistible tendency of all capitalist development to monopolism and thus to imperialism, defending the necessity of socialism in all countries.

Fourthly and finally, the decisive condition for the workers to join the anti-imperialist movement is that we regain full confidence in the majority of the workers and go out to meet them where they are in order to meet their immediate needs.

Mass Tactics in the Imperialist Countries The lack of confidence in the proletarians of the imperialist countries is due to the fact that they spontaneously show little solidarity with the oppressed in other countries. This feeling reinforces petty-bourgeois positions in the anti-imperialist movement:First, questioning the class identity common to all proletarians, their fundamental difference from the intermediate classes and social strata, as well as their ability to unite them against

monopoly and finance capital;Second, to deny the necessity for the working class to lead the international struggle against imperialism, as a condition for defeating and eradicating this social regime; And thirdly, to consider the majority of the proletariat of the imperialist countries as labour aristocracy, ignoring Lenin’s criterion that it cannot be calculated in advance how much of the proletariat will move to the imperialist camp, except that it will be a minority.

Instead of going to the working masses to free them from bourgeois influence, they blame them for the weakness that our class has carried with it ever since many communist parties renounced the revolutionary principles of Marxism-Leninism. They argue that revisionism was fatally and inevitably imposed due to objective circumstances such as the changes in imperialism after the Second World War. However, the decisive factor that tipped the balance of forces within the communist parties of the capitalist countries in their favour was exogenous. It happened in the 1950s, within their international stronghold, the Communist Party of the Soviet Union. And it was not due to the new conditions of capitalist society, but to the result of the class struggle in the first socialist society.

Now, the worsening structural crisis of capitalism, the growing conflict between the national bourgeoisies and the flexible resistance of the socialist countries offer us better objective conditions. But there are no shortcuts or miracle solutions: the decades-long absence of mass communist parties must be filled politically. We cannot leap over this imperative, however much events are rushing ahead at breakneck speed.

We must address the industrial proletariat and the most oppressed. We must spread agitation for the most backward and propaganda for the most advanced. We must organize the most advanced in the party with the mission of solidly linking up with the most backward. We must determine the tasks by the strategic objective and, in contrast, the forms of struggle, organisation and slogans must be determined according to what is acceptable at any given moment for the broadest masses: as Marx explained, suaviter in modo, fortiter in re or, in other words, flexibility in tactics and firmness in strategy.

As soon as possible, we must bring the communist organisations together to draw up and implement jointly an action plan centred on the all-out fight against imperialism. And you must rely on the best international initiative: the World Anti-Imperialist Platform.

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